Dientes felices o no... un pequeño punto sobre la salud bucal:
1. Sobre el fluor
La versión oficial de las principales organizaciones de salud, como la Organización Mundial de la Salud (OMS), avala el uso de flúor en el agua y las pastas dentales como una de las medidas más eficaces para prevenir la caries.
Sin embargo, las versiones no oficiales, basadas en estudios alternativos y voces disidentes, advierten que el uso de flúor no es necesario y que su exposición crónica puede afectar la salud de diferentes maneras. Las preocupaciones se centran especialmente en la sobreexposición en niños, lo que podría generar fluorosis dental (daño en el esmalte) y estar relacionado con un menor desarrollo cognitivo. También se señalan riesgos para personas con diabetes o problemas renales.
La crítica principal a la fluoración del agua es que impone una dosis fija a toda la población, sin considerar la edad, el peso o la salud de cada persona, lo que es visto por muchos como una medicación masiva y no ética.
Por esta razón, algunos estudios han clasificado al flúor como una neurotoxina para el desarrollo, a la par de otros elementos como el plomo y el mercurio, y plantean serias preguntas sobre las consecuencias de su acumulación en los huesos a largo plazo.
2. Microbioma oral
Así como tenemos una microbiota intestinal, nuestra boca alberga un complejo y delicado ecosistema de miles de millones de bacterias, virus y hongos: nuestro microbioma oral.
En una boca sana, hay un equilibrio entre bacterias que protegen los dientes y las encías, y las que, en exceso, pueden causar problemas. Cuando este equilibrio se rompe (por mala alimentación, estrés o productos agresivos), las bacterias dañinas proliferan.
Las bacterias que causan la caries se alimentan de azúcares y almidones, y como residuo, producen ácidos que atacan y desmineralizan el esmalte dental.
Muchos productos de higiene bucal, especialmente los que contienen antisépticos fuertes, no distinguen entre bacterias buenas y malas lo que puede alterar el equilibrio natural de la microbiota oral, volviéndola más susceptible a las infecciones. La idea no es esterilizar la boca, sino mantener un ecosistema saludable.
3. Alimentos y Hábitos que apoyan la salud bucal
Más allá de la pasta dental y del cepillado diario la salud de nuestros dientes y encías se construye todos los días con lo que comemos y cómo vivimos.
Los alimentos ricos en calcio, fósforo y vitamina E ayudan a remineralizar y fortalecer el esmalte dental nutriendo a nuestros dientes.
Alimentos crujientes como las manzanas y zanahorias no sólo aportan vitaminas y minerales, sino que actúan como un cepillado natural, limpiando la superficie de los dientes y estimulando el flujo de saliva.
Los alimentos que contiene antioxidantes ayudan a controlar las bacterias y reducir la inflamación de las encías mientras que los dulces, bebidas azucaradas y alimentos procesados son el principal combustible de las bacterias que no queremos en nuestra boca.
El tabaco y el alcohol no son amigos de la salud bucal pero sí lo es el agua que mantiene la boca hidratada, limpia y estimula la producción de saliva.
Espero que este pequeño artículo te sea de utilidad y arroje luz sobre el cuidado de la salud bucal.
Adriana